sábado, 9 de mayo de 2009

Una cita de ficción

Pasan tres minutos de las cinco de la tarde. Lisa espera con una humeante taza de leche entre sus manos, sentada en un café bohemio de Springfield. Le extraña que Andrés Hurtado se retrase. No importa, la tarde se presenta interesante. Hace tiempo desde la última conversación filosófica, en la que compartieron tantas dudas existenciales…

Lisa: ¡Andrés! Me alegro de verte –exclama levantándose, dibujando una tímida sonrisa.

Andrés: Hola Lisa, siento mucho el retraso –dice cabizbajo.

Lisa: No te preocupes, he aprovechado para adelantar mis deberes de aritmética ¿Qué tal estás?

Andrés: la verdad, bastante disgustado. Estoy en un momento de mi vida bastante crítico. Creo que me he equivocado de carrera, no tengo demasiados amigos, no le acabo de encontrar el sentido a la vida… y para colmo, mi padre no me comprende.

Lisa: Tranquilo, no eres el único que se encuentra perdido. Yo a veces también me siento completamente incomprendida en este mundo de locos. Soy joven, y por eso, nadie me escucha. Sólo tú. Bueno, tú y Stacy Malibu. Aunque sus oídos de plástico dudo que dejen que mis palabras se filtren hasta llegar a su cerebro.

Andrés: Gracias por intentar animarme Lisa, pero es difícil remontar. Solo de pensar que al volver a casa tendré que enfrentarme de nuevo a mi padre, a sus gritos, a su instinto de superioridad, a su desprecio… ¡qué los revolucionarios somos unos majaderos dice! ¡No tiene ni idea de lo que habla! Malditos sean él y su querido ejército…

Lisa: Vaya, Andrés, como lo siento… en realidad yo tampoco acabo de congeniar con mi padre. ¡A veces me pone de los nervios! No aprecia mi talento musical, no me lleva a las exposiciones de arqueología… ¡y ni siquiera quiso probar el gazpacho que le preparé el otro día! Prefiere alimentar su estómago a base de indefensos animalillos…

Andrés: Definitivamente, nada tiene sentido.

Lisa: Solo nos queda rezar a Dios, a Buda y a Bob Esponja.

Andrés: No me hables de Dios, que por culpa de los clérigos el mundo va como va…

Lisa: Tienes razón, tampoco soy yo muy devota. No sé muy bien qué o quién es Dios, solo sé que es más poderoso que papá y mamá juntos.

Andrés: ¿Qué podemos hacer pues? Si ser feliz parece imposible. No se puede confiar en nadie ni en nada…

Lisa: Si es que la felicidad es inversamente proporcional a la inteligencia. Así que lo tenemos difícil. Sólo nos queda refugiarnos en los números, en la ciencia… y en los dibujos animados.


*Este es solo un fragmento de la intensa conversación entre Lisa Simpson y Andrés Hurtado (protagonista del Árbol de la Ciencia). Mi compañera también ha reflejado en su blog una parte del curioso encuentro: http://sirkermarch.blogspot.com/

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