miércoles, 20 de mayo de 2009

Sobre el buen periodismo...

Quizás suene a recurrente o poco original acudir a Kapuscinski. No dudo que haya miles de ensayistas seguramente igual de interesantes, cada uno padre de otras muchas e ingeniosas creaciones. Sin embargo, si me he decantado por analizarlo a él es básicamente porque aún me acuerdo de sus palabras. Y si las recuerdo es, sin duda alguna, porque me dejaron huella.

“Los cínicos no sirven para este oficio” no es una receta mágica que proponga los ingredientes necesarios para crear tu propia pócima de triunfo periodístico. Tampoco podría ser considerado el típico ensayo, al menos formalmente, ya que se trata de una transcripción de tres debates protagonizados por Kapuscinski. Sin embargo, siga un modelo estándar o no, consiguió matar de un tiro los pájaros que aún podían revolotear desorientados por los senderos de mi mente.

Se dice del cínico que es aquel que no muestra vergüenza en mentir o en practicar acciones o doctrinas vituperables e impudentes, que falten al respecto ¿Podría entonces una persona así ser un buen periodista? Esta es la pregunta no formulada explícitamente pero sí respondida, y de forma evidente, con un “no” rotundo a lo largo del ensayo. Y es que esta (y esperemos que también nuestra) profesión exige conocer el entorno y respetar a la gente sobre la que se escribe. Como bien dice Kapuscinski, el periodista no se puede limitar a redactar desde un despacho sin salir a la calle, sin enfrentarse cara a cara a los hechos, trabajando de la mano de la superficialidad.

Práctica y realista. Así es la obra de Kapuscinski. Fiel a su compromiso de no huir nunca de la realidad que nos envuelve, siempre con los pies en la tierra. El idealismo y la fantasía no tienen lugar en este ensayo, a diferencia de la denuncia y la crítica, las mejores armas para derrotar la mediocridad. Y es gracias a este inconformismo de Kapuscinski, a sus críticas y realismo, que comencé a entender que los medios de comunicación no son meros mensajeros; ni son inocentes ni ingenuas cada una de sus decisiones, selecciones o emisiones. Fue entonces cuando comencé a comprender que como empresa que son, el dinero es lo que realmente los mueve.

Pero lejos de desmotivarme, este ensayo me estimuló a seguir adelante. Puede que según que periodismo sea simplemente una pobre imitación del ideal, pero para eso estamos los que temerosos entramos en el mundillo de la información. Para cambiarlo para mejor. Quizás ese buen periodismo sea como Ítaca, y tengamos que esforzarnos en intentar atraparlo sin poder llegar nunca a vislumbrar su puerto. Pero sólo así, teniendo en mente nuestro destino, podremos tal vez conseguir mejorar el presente de la profesión.

Y quizás de aquí unos años no haya tanto cínico disfrazado de periodista, pero sí más intentos de periodista honrado.

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